Mikel Erentxun (Pack de 2 púas)

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La casualidad hizo que naciese en Venezuela (Caracas, 23 de febrero de 1965), pero con apenas un año se instaló en San Sebastián. Desde allí, primero como líder de Duncan Dhu y más tarde en solitario, echó a rodar una de las trayectorias más apuntaladas del Pop-Rock español.

     

Una aventura que emprendió hace ya más de dos décadas, y que en el último año se ha centrado en pasear El Corredor de la Suerte –su último disco de estudio- por toda la geografía española y algunos puntos de América. Acompañado de Rubén Caballero a la guitarra, Rufo Urbina a la batería, y Manolo Mejías al bajo, formó una de las bandas más sólidas de su carrera, logrando lo más difícil: un sonido y lenguaje propios. Existe cierta unanimidad al creer que el single “Cartas de amor (cuando no hay amor)”, un guiño a Johnny Cash que viste traje rockabilly y se perfuma con esencia de canción de autor francesa de los 60, acabó tomando el timón de este maratoniano tour.

    

El itinerario pasó por el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián en abril de 2007, y en ese mismo escenario, entre 31, el 1 y 2 de febrero de 2008, Mikel tuvo ocasión de llevar a cabo una antigua aspiración: grabar el directo de Mikel Erentxun. A la banda se sumaron Joserra Senperena a los teclados y Fran Iturbe a la guitarra. Revisaron los éxitos de Mikel Erentxun, y hubo grabación de una documental al estilo de El Último Vals. Antes de que fuese promocionado en ningún medio, y en cuestión de horas, se vendió todo el aforo del teatro. Por ello, la organización se vio obligada a programar tres conciertos que se vendieron en su totalidad, y del que se ha grabado un álbum en directo que saldrá a la venta el 3 de junio “Tres Noches en el Victoria Eugenia” y del que también se ha grabado un documental con los amigos que participaron en dichos conciertos, Leiva de Pereza, Bunbury, Ivan Ferreiro, Rafa Berrio, y Amaia Montero…

     

Pero la carrera de este licenciado en arquitectura ha atravesado muchas etapas hasta llegar a este punto.

     

A mediados de los 80, en San Sebastián –aunque ajeno a la escena musical vasca del momento- surge Duncan Dhu, un grupo de pop acústico con cierto poso rockabilly. Antes de que esto ocurriera, Mikel Erentxun ya había fundado en el Colegio Francés, junto a su amigo Luis Fuentes, su primer grupo, los Hillbilly Cats; con apenas doce años ya ganaron el premio del concurso de las fiestas de Amara, el barrio de San Sebastián donde vivían. Más tarde llegaron Los Aristogatos, su segunda banda, con la que grabó en estudio su primer tema: “Visita al hospital”. Y al poco de disolverse Los Aristogatos, Mikel sentó las bases de lo que sería su siguiente proyecto. Junto a Diego Vasallo y Juan Ramón Viles (en ese momento parte de Los Dalton) daba vida a una banda que se acabaría convirtiendo en uno de mayores referentes del pop en castellano de las últimas décadas: Duncan Dhu. Ataviados como escoceses, llegaron a Madrid con una maqueta y un pergamino que recogía una Declaración de Principios. ¿Cuántas veces habrán quedado quebrantados? Apostaría a que muchas, y es que, Mikel Erentxun es –sobre todo- un creador en constante proceso de reciclaje. Su incuestionable talento no pasó desapercibido para Grabaciones Accidentales (GASA), que apostó por ellos incluyendo dos temas en un recopilatorio de nuevas bandas llamado La única alternativa. Por Tierras Escocesas (1985), Canciones (1986), El Grito del Tiempo (1987) y Grabaciones Olvidadas (1988) están repletos de melodías sencillas y efectivas sin excesivo barniz, en las que, sobre sencillas bases rockabilly de escobillas y pandereta, las guitarras acústicas dibujan con libertad. Un universo que crean con la ayuda de Paco Trinidad, que produce todos estos trabajos. De esa etapa han quedado auténticos himnos como Cien Gaviotas, Esos Ojos Negros, En Algún Lugar o Una Calle de París. Antes de grabar Autobiografía (1989), Juan Ramón Viles abandona la banda. Éste sería el primer disco doble de estudio que graba un grupo español, para muchos uno de los grandes discos de la historia de nuestra música. Un álbum que respira naturalidad y beatlemanía. El stage de grabación tiene lugar en Londres, y en la nómina de colaboradores nos encontramos pesos tan pesados como Bruce y Pete Thomas, Black o Sam Brown. 30 canciones de las que se extraerían singles como Entre Salitre y Sudor, Rozando la Eternidad, Palabras sin Nombre o Rosa Gris. Colin Farley se ocupaba de la que hasta el momento era su grabación más pretenciosa.

      

100 conciertos en España y un World Tour que pasa por EEUU ponen de manifiesto que el grupo estaba en su momento álgido. Una proyección internacional que queda subrayada con una nominación a los Grammy, y la aportación de un tema –Herida de Miel- a la película Dick Tracy. Supernova (1991) es el disco más diferente de Duncan Dhu. Sorprendente, arriesgado, huele a soul y música negra; las melodías de siempre tienen aquí un tinte electrónico, y las cajas de ritmos encuentran su lugar en unas bases que nos acercan a la música de baile.

     

1992: el año 0. En este contexto, Mikel se encuentra con un material que no tiene cabida en la dirección artística que está tomando Duncan Dhu. Eso le empuja a grabar Naufragios e iniciar –al margen de la banda- su carrera en solitario. El ensayo le supuso 250.000 copias, y algunas canciones que han quedado para la historia, como A un minuto de ti o Esta Luz Nunca se Apagará (adaptación del There is a light that never goes out de sus venerados The Smiths). Al margen de esta versión, todo el repertorio está firmado por Erentxun, aunque Diego Vasallo aporta el texto a Champagne, Juan Eguía hace lo propio en Queriendo Alcanzarte. Aunque Mikel encuentra entonces al que seconvertiría en uno de sus colaboradores más asiduos. Un día del lejano 1991, tal vez 1992, un anónimo JM Cormán –artista donostiarra que para entonces ya ostentaba una dilatada trayectoria como pintor y poeta- se disponía a retirar dinero de un cajero cuando alguien le tocó la espalda: su asaltante se llamaba Mikel Erentxun, que de esta forma, le proponía escribir una letra para su nuevo disco.

      

A un Minuto de Ti fue la primera canción que escribió lo que sin duda compone uno de los más brillantes tándems creativos del pop-rock español. En 1994 vuelve Duncan Dhu. Ese año se edita Piedras, que supone un retorno a lo acústico, y precede a una gira con maneras de superproducción –con 7 músicos sobre el escenario- que acaba con un disco en directo: Teatro Victoria Eugenia.

     

1995. El Abrazo del Erizo El segundo álbum en solitario de Mikel es, seguramente, el gran incomprendido de su colección. Naufragios era –en apariencia- una colección de canciones, una grabación más inocente. En esta segunda entrega había un concepto: se buscaba una crudeza, un sonido saturado y áspero que acercaba a Mikel a las propuestas más influyentes del momento; Oasis, Blur, Pearl Jam, Ride, etc. El Abrazo del Erizo es, a la vez, uno de los títulos más precisos que jamás se han puesto a un disco: apariencia arisca –trazada con guitarras saturadas- que transmite toda la inquietud que para este creador suponía la barrera de los 30 años, para un fondo dulce, traducido en elegantes textos de corte intimista. JM Cormán tiene esta vez mayor presencia en los textos. Como en Naufragios, Mikel se vuelve a encargar –junto a Colin Farley- de la producción. Es un álbum grabado y mezclado en Londres que cuenta con colaboradores de la talla del malogrado Robert Quine o Miguel Bosé. De Espaldas a Mí o Suelta las Riendas de mi Corazón son fruto de aquellas sesiones de grabación.

      

1997. Acróbatas Mikel dejaba claro con su tercer solitario que su inquietud y capacidad creativa no conocían límites: éste era su disco más pretencioso y maximalista, y a la vez, su trabajo más británico. La tecnología –en forma de samples o loops- acercaba este repertorio a propuestas como Radiohead o The Verve. De nuevo en Du Manoir, Erentxun asumía el peso de su producción más afanada. Parecía claro que la carrera de Mikel era una válvula de escape a su desbordante inquietud, que no tenía demasiado lugar en una carrera tan definida –a esas alturas- como la de Duncan Dhu. En otro ámbito, el universitario, Erentxun se licenciaba en 1998 como arquitecto, después de una “carrera de fondo” de 14 años que tuvo que compaginar con su carrera como músico. Y Duncan Dhu recopilaba sus éxitos en Colección 1985-1998, un doble CD que iba acompañado de lo que sería la última gira de la banda hasta la fecha, en 1999.

     

1999. Siete Años constituyó un resumen de sus tres primeros solitarios al tiempo que presentó a Mikel Erentxun en EEUU.

      

2000. Te Dejas Ver supuso el que hasta el momento ha sido el cambio de dirección más evidente en la carrera de Mikel como solista, al tiempo que supuso el fin de la era británica. Producido por Fred Maher y grabado en Los Ángeles, el álbum que contiene California o Rara Vez, es un disco de clara orientación americana que proporciona un sonido mucho más amable y envolvente: la String Orchestra deja paso al Pedal Steel. En un reparto de lujo, Mathew Sweet, Lloyd Cole y Rusty Anderson son las estrellas rutilantes de un elenco de ensueño que crea un disco lleno de luz, donde hasta los textos –producto del ya consolidado tándem- invitan a un clima de optimismo insólito.

      

Duncan Dhu se despide en 2001 oficialmente con Crepúsculo, un radiante adiós que se traduce en sus últimas 21 entregas; aunque durante 2005 aparecerán Cien Gaviotas Dónde Irán (disco tributo) y una nueva recopilación de éxitos y rarezas, 20 años de canciones, que conmemora el vigésimo aniversario de la banda donostiarra. En 2003, ahondando en las intenciones de su predecesor, aparece Ciudades de Paso, un trabajo sobresaliente, definitivamente americano. Duncan Dhu ha puesto fin a su extraordinaria carrera y eso hace que Mikel pueda desprenderse –por fin- de ese maravilloso lastre que ha supuesto formar parte de una de las bandas más grandes que ha dado nuestro país. Ya nunca más se verá obligado a diferenciar: por primera vez elige cuándo y dónde quiere llegar. Joe Blaney produce un disco que se graba en los habituales Estudios Du Manoir, en Las Landas francesas. El chileno Beto Cuevas –lider de La Ley- hace un dueto con Erentxun. JM Cormán aporta textos más urbanos y llegadores; consiguiendo a través de un lenguaje más cercano y aparentemente mundano, giros tan brillantes como ese “calles desiertas o desiertos callados”. Mañana, el tema que abre el álbum, es, seguramente, una de las grandes canciones que se han escrito en castellano en los últimos años: la respuesta está en el tiempo.

      

En 2004 se edita Éxitos, que Mikel ha definido como un ejercicio de catarsis que abre un futuro que ya es presente. Coti Sorokin aporta el texto a Esos Días, uno de los temas inéditos que contiene el recopilatorio.

      

Y en 2006 llegó El Corredor de la Suerte. Un doble, producido por él mismo, grabado en Du Manoir (Francia) y mezclado en Londres, bajo la mirada de Cameron Jenkins. En los créditos, se encuentran algunos de sus amigos de guardia, como Juan Aguirre y Eva Amaral (Amaral), Dani Martín (El Canto del Loco), Xabi San Martín (La Oreja de Van Gogh) o su admirado Lloyd Cole. Un doble CD, que en lo artístico, también apuntaba en una doble dirección: una cara eléctrica –o más desarrollada- y otra acústica, más sencilla. Un disco de banda, en el que las guitarras tuvieron un peso definitivo, mientras los teclados ocuparon un segundo plano. 20 canciones que salieron de 3 maquetas que sumaban un total de 33, en las que toda la música fue escrita por el propio Mikel, y en los que su inseparable JM Cormán, dejó patente su escrupulosa agilidad y brillantez en el manejo de las palabras. En unos textos que confirmaron el nuevo rumbo iniciado en su predecesor, Ciudades de Paso; letras muy urbanas, si cabe más narrativas. Todo ello sin perder ni un ápice de elegancia, dejando patente que los discos de Mikel Erentxun esconden algunos de los textos más logrados del panorama musical español: Moneda de tres caras, Placebo o Marcos y Nerea son buena muestra de esto. Mikel es acreedor de una trayectoria tan vasta como brillante, que no parece apuntar a un fin más o menos próximo. Y es que contrariamente a lo que le ocurre a muchos de los que iniciaron su carrera mediados los 80, Erentxun ha tenido el talento y la intuición necesarias para transitar por el tiempo –y las generaciones- de la mano del tiempo: Mikel no es nuevo, es actual.

       

Su exuberante inquietud le ha llevado a evolucionar bien y a tiempo. Y a nosotros –a todos lo que le seguimos- nos ha enseñado muchas músicas, constantemente ha abierto ventanas, que en algún caso, acabaron convirtiéndose en puertas.

      

   

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